La perra labradora Lola y Blai: una vida cuidando el uno del otro

Lola es una perra labradora que nació ahora hace 10 años, la persona que la tenía no la podía cuidar y llegó a casa de Blai y su familia con solo unos meses de edad. Desde el primer momento, Blai y Lola tuvieron una conexión especial: ninguno de los dos concibe pasar un día sin formar parte de la rutina del otro.

Blai trae a Lola desde que era un cachorro a la Clínica Veterinaria Sedaví, y la hemos visto crecer, convertirse en adolescente y ahora ser una perrita geriátrica encantadora. Él la llama “Doloretes”, ella lo mira con profunda admiración.

 

 

Desde muy joven, Lola ha tenido problemas de salud. Con solo 1 año se le rompió el ligamento cruzado de su rodilla derecha, y tuvo que ser intervenida. En las pruebas prequirúrgicas para la cirugía nos llevamos la desagradable sorpresa de que estaba infectada por la Leishmania (enfermedad del mosquito). Tras ser tratada frente a esta enfermedad se pudo operar su rodilla, y pasó un año tranquilo de exitosa recuperación.

Al año siguiente, el ligamento cruzado de su otra rodilla también se lesionó, como había pronosticado su traumatólogo veterinario, nuestro gran compañero y mejor persona, Antonio Campos. De nuevo tuvo que ser intervenida por él, y se recuperó muy bien. Desde entonces Lola ha venido de manera periódica a nuestra clínica, y ha sido controlada estrechamente con analíticas y constante medicina preventiva. Fue esterilizada para prevenir embarazos no deseados, tumores mamarios y problemas uterinos.

 

 

Con 3 años de edad su Leishmania se negativizó y gracias a los cuidados de Blai y un estrecho seguimiento veterinario, a día de hoy dicha enfermedad se mantiene controlada. A partir de los 5 años, empezó a mostrar artrosis de su hombro y codo derecho. Controlando su peso y con múltiples tratamientos, su artrosis era llevadera. El año pasado, al pasar a ser geriátrica (9 años) sus riñones, ya envejecidos, empezaron a funcionar un poco peor. Durante esa temporada, la buena de Lola venía a consulta todos los jueves. Nos saludaba tímidamente con su carita llena de canas, mientras entre Blai y nosotras planeábamos cómo seguir con sus distintos tratamientos crónicos para que su salud y bienestar siguiera en equilibrio.

Gracias a las analíticas constantes y al tratamiento de la insuficiencia renal crónica, a día de hoy Lola sigue disfrutando de su vida rodeada de amor y cuidados. Ya no juega como lo hacía antes, pasa más tiempo durmiendo, y camina despacio como lo haría una abuelita de 90 años.

 

 

Blai y Lola siguen compartiendo momentos únicos y entrañables, como cuando ella le ladra una sola vez con un tono peculiar, tumbada en su jardín, para que él le rasque la barriga. Tienen su propio lenguaje. A pesar de su evidente cojera, se pone “impertinente” cada mañana, como dice Blai, para salir a pasear juntos. Es paciente y cuidadosa con los cuatro nietos de la familia, nunca ha tenido un mal gesto.

Nuestros querido amigo Blai dice emocionado que la vida le ha otorgado el premio de toparse con un ser tan noble como Lola, y que a ella más que a nadie, deberían darle el Premio Nobel de la Paz.